25. Tander, desesperanza

Aquella noche el Capitán la pasó pensando en su Nineta casi sin dormir. Volvía a no entender que había desencadenado el desamor que la princesa con su actitud parecía indicarle y aún así el no se lo creía. Una y otra vez recordaba el tiempo que paso con su Nineta, donde le había dicho cosas tan bonitas que era imposible olvidar.

Por momentos parecía intuir que ella no lo había olvidado. Y sentía todo su cuerpo recorrido por una extraña fuerza que solo había sentido cuando había hablado con ella anteriormente, en esos momentos quitaba la opacidad de la cristalera y miraba Nacumian que parecía brillar más, después una lágrima recorría sus mejillas.

La noche fue avanzando como de costumbre y el Capitán seguía allá sin pensar en otra cosa que no fuera su Princesa. Mirando repetidas veces su comunicador y desmoralizándose al ver que no había ningún mensaje de ella.

Por última vez miro al sol de Nacumian y le pareció como si su brillo aumentará indicándole que no abandonará porque ella lo quería. Sonrió débilmente y volvió opaco el cristal.

Amanecía en Tander cuando el Capitán logró hacer por cansancio una pequeña cabezada. Al rato se despertó, se duchó y sin desayunar se dirigió a la nave, era aún muy temprano y no encontró casi nadie en el camino. En la nave hizo una inspección rutinaria para ver si la pasada noche lo había dejado todo correcto.

En el camino de vuelta a su habitación paso por la cafetería tomó un café. Una vez en la habitación con los cristales de la habitación en estado opaco, intentaría descansar. No lograba descansar, el pensamiento constante en su Nineta lo perseguía y se decía constantemente “Todos los cuentos no acaban bien”. Mientras llegó un mensaje al comunicador, su sonido rompió todos sus pensamientos, provenía de una nave que se acercaba a Tander.

Grimm(2007)