24. Llegada a Tander

La voz de levi le preguntaba ¿cómo estaba?, ¿qué era de su vida? Por un momento Levi le recordaba alegres momentos pero en realidad estaba descentrado, no sabía que decir. Le contesto un simple ahora te veré Levi.
Realmente la maniobra le estaba costando más que otros días parecía un principiante y las Duendecillas lo miraban fijamente sin decirle nada. Por fin logró dejar la nave parada en su sitio pero se quedó sentado sin saber que hacer un buen rato. Mientras las Duendecillas se preparaban para descender de la nave elogiando el bello cielo nocturno de esa noche Tanderiana y el majestuoso brillo de la estrella de Nacumian.
El Capitán reponiéndose miro el cielo y dejó caer una lágrima y un suspiro. Decidió desembarcar e irse a descansar al hotel de los tripulantes de naves, donde las Duendecillas ya habían sido acogidas hace rato.
Antes de bajar se disculpó de Levi diciéndole que venía muy cansado, a lo cual Levi respondió que se le notaba por la cantidad de maniobras que había tenido que hacer, preguntándole al mismo tiempo si realmente se encontraba bien, a lo que el respondió con un sencillo sí.
No tenía ánimos para nada era como si le hubieran absorbido su alma en segundos. La vida continuaba, pero para él se había parado. Camino hacia el hotel cómo un zombie, todo le daba igual en su mente sólo una idea su Nineta.
Su habitación tenía una espléndida vista nocturna al cielo dónde Nacumian brillaba generosamente, as que le dio al mando para hacer opaco los grandes ventanales y sumió la habitación en una profunda oscuridad que sólo se aclaró con la luz artificial que encendió. Y en ese momento solo, el Capitán lloró.
Sus comunicadores indicaban que no recibía ningún mensaje.
Tander no era un lugar inhóspito, su gente era realmente muy hospitalaria aunque pensaban que era lo mejor del mundo.

Grimm(2007)