18. Viaje a Tander

Las Duendecillas se pusieron de acuerdo con el Capitán y habían cogido el mando de la nave. Jugar con la gravedad de aquel sistema solar y esquivar los asteroides les atraía, era un desafío para ellas y quizás una diversión, si pudiera llamarse así.
Cierto es que las comunicaciones de la Galaxia resultaban entretenidas con la inmensidad de datos que enviaban. Pero las Duendecillas amaban guiar la nave y ciertamente eran muy diestras.
La salida de Vanetel no fue, ni mucho menos, fácil. Las Duendecillas tuvieron que trabajar muchísimo. Una vez hubieron salido de la zona de alto riesgo y ya lejos de la zona de asteroides Capitán las felicitó.
Al alejarse de Vanetel, el capitán recordaba otra vez a su princesa mientras miraba la foto holográfica, que tiempo atrás le había dado ella, se preguntaba que haría en Nacumian, sabía que era la tierra donde nació, pero no sabía el porqué lo había dejado para ir allá. Mientras las Duendecillas acababan de guiar la nave fuera del alcance de la gravedad del sistema Vaneteliano.
La preocupación de los navegantes era Tander ya que suponía el salto más grande que habían de hacer en aquel viaje.
El trayecto a Tander no estaba exento de peligros, siendo la travesía más larga podían encontrarse naves abandonadas sin control ni rumbo fijo que obligaban a estar atentos en esa travesía. Además de un largo etcétera de naves sin identificación que se dedicaban a asaltar a quien no tuviera mucho cuidado al viajar por allá.
A veces las naves asaltantes se hacían pasar por vigilantes espaciales deteniendo las naves y de esta manera poder asaltarlas fácilmente, otros iban con naves muy rápidas que obligaban a la nave perseguida hacer un salto sin control, pero que era mejor que caer en sus manos, lo que obligaba a que el viaje se hiciera mas largo aún. Todo ello obligaba a los pilotos a ser muy expertos en navegación.
El viaje a Tander acababa de empezar y los sueños del Capitán con su Nineta continuaban.

Grimm(2007)