17. Adiós Vanetel

El día amaneció con los dos soles, el Capitán y las Duendecillas se despertaron y recogieron sus cosas dispuestos al nuevo tramo de viaje. Desayunaron un ligero manjar único de las tierras de Vanetel y salieron a la calle.
La mañana era fría pero ya se notaba el calor de los dos soles, los árboles no se movían si no que mas bien hacían cómo un techo para cobijar a los caminantes y a ellos mismos.
La nave despedía unos raros pero bonitos reflejos provocados por los dos soles. La incidencia de los rayos solares en alguna parte de la nave descomponían la luz y hacían unos arco iris que le daban un aspecto alegre. Al llegar donde estaba la nave, el capitán pasó su mano por un sitio dispuesto a tal efecto, la nave pareció reconocerlo y le pregunto que dijera algo, el Capitán dijo un breve “ábrete” con lo cual se abrió las compuertas de la nave. Subieron primero las Duendecillas y a continuación el Capitán que pronunció “cierra”. Dejaron sus equipajes en sus correspondientes lugares y se dispusieron a partir.
Capitán se sentó en su sitio y las Duendecillas en los lugares que les correspondía. El capitán tomó los comandos de la nave y accionó el comando “sentir”. El comando sentir era un comando que al coger el mando de la nave hacía como si los sentidos del piloto se desparramaran por toda la nave y así el capitán confundía sus sentidos con los de ella. Este dispositivo hacia sentir al capitán los placeres de los amaneceres Vanetelianos.
Despegó suavemente la nave y en pocos segundos la nave ascendió para dirigirse fuera de Vanetel. El mecanismo sentir se desconectó automáticamente cuando las condiciones de temperatura y presión parecían desfavorables. Empezaba el largo viaje a Nacumian.
Una vez más tenían que jugar con la gravedad de los dos soles y la lista de asteroides que debían saber esquivar. Su próximo destino sería Tander un extraño planeta en otro curioso sistema solar.
El Capitán admirando la foto de la princesa volvía a cantar.

Grimm(2007)